Basta citar la palabra Bach para que inmediatamente, se esté donde se esté, se produzca un sentimiento de respeto. Johann Sebastian Bach, qué gran músico!!!!. Hay quien afirma que si hay algo que salvar de la cultura occidental en caso de una catástrofe, o llevar a un planeta desconocido, ese algo debería ser la música completa del compositor y organista J.S.Bach. Con él llegó a su punto más alto la música del periodo barroco, aunque la difusión de su obra fue bastante limitada en su tiempo. Su herencia artística supone uno de los puntos de referencia de la historia cultural, la manifestación más pura y genuina de la música de todos los tiempos.
Puesto en el pedestal el genio, se impone dar algunas pistas sobre ciertas particularidades de su música y su entorno vistas desde la perspectiva en la actualidad.
Bach vivió entre 1685 y 1750. Sus aportaciones artísticas suponen para la historia de la música que se considere un antes y un después de él. En cierta forma, la importancia de su lugar a nivel temporal es relativa. Por una parte, su obra se puede considerar innovadora o un punto de llegada de todo lo hecho anteriormente, y por otra, ha servido como referencia a toda la música posterior. Las miradas de complicidad hacia su música han sobrepasado las fronteras establecidas. Músicos aparentemente muy distanciados de la clásica como el jazz y el rock. Bach ha sido, y sigue siendo, el gran maestro. A los homenajes tradicionales desde la propia música clásica de los Mozart, Beethoven, Wagner o Stravinski, por ejemplo, se unen en las últimas décadas los de Keith Jarreth, Bobby McFerrin, Jacques Loussier o los mismísimos Beatles. Bach se multiplica. Es más: es nuestro contemporáneo, en más de un sentido.
Según el aclamado Gustav Leonhardt: «Bach no se puede explicar. Es muy difícil comprender el misterio de su música, su atracción irresistible. Bach es serenidad, es emoción, es inteligencia, es arquitectura, es todo esto y mucho más«
El milagro de Bach es, en cualquier caso, un milagro científico, si se puede llamar así, y surge de un profundo conocimiento del lenguaje y las estructuras musicales. Y también y en gran medida, del dominio exhaustivo de las posibilidades de los propios instrumentos para los que componía.
La producción musical no tiene desperdicio y cubre un amplio espectro de géneros en el que tienen cabida lo religioso y lo profano, lo vocal y lo instrumental,, conciertos y cantatas, obras teóricas y pedagógicas.
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