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Bach. Parte II


Imprescindible Bach, maravilloso Bach, multidimensional Bach, pero ¿por dónde empezar a conocer su música si no se ha tenido anteriormente la fortuna de escucharla? ¿Recurriendo a intérpretes con visiones arquitectónicas monumentales como el gran Otto Klemperer, siendo fieles al espíritu al pie de la letra del clavecinista Gustav Leonhardt, o buscando la heterodoxia con un pianista como Glenn Gould?. ¿Qué es más aconsejable, comenzar el viaje con las cantatas de la mano de Nikolaus Harnoncourt, John Eliot Gardiner o Masaaki Suzuki, o a través de las suites para violonchelo con Pau Casals, Pieter Wiespelwey o, con viola de gamba, Paolo Pandolfo?.

Café Zimmermann es un grupo represantativo de cómo se etá haciendo la música barroca en las últimas generaciones y una muestra más de los resultados que se obtienen con la política francesa de apoyo regional a diferentes proyectos musicales. Está asociado a la región de Alta Normandía. Café Zimmermann transmite una enorme energía en sus versiones, además de una actitud desenvuelta y rabiosamente juvenil en sus formas de estar.

Música de siempre, música de hoy. La de Bach es un ejemplo de la música más actual que es a su vez música de toda la vida. ¿Cuál es el secreto? ¿fue Bach un niño prodigio, un revolucionario?. Curiosamente, no. La música de Bach tiene sus raíces en el tronco familiar, en una tradición cuyos orígenes se remontan, según las genealogías, a mediados del siglo XVI. Bach llevó a lo más alto lo que había, perfeccionándolo, pero sin salirse de las reglas del juego. Lo poco que se conoce de su vida no es espectacular. Existió día a día para la música y estuvo siempre bien informado de lo que se estaba cociendo en otros lugares, pero su vinculación a una zona geográfica muy precisa de Alemania, Arnstadt, Mülhausen,Weimar, Cöthen, Leipzig especialmente y las circunstancias familiares con un elevado número de hijos algunos con dedicación también de alguna forma a la música, no facilitaron sus viajes al extranjero.

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Una respuesta a “Bach. Parte II”

  1. Muy bien! Me declaro enganchado, esperando más entregas.
    Por aportar algo, ya que presentas Bach a quien no lo pudiera conocer, tal vez mi experiencia pueda servir.
    Acercarse a Bach no como final, sino como medio. Me explico: Bach ha sido mi compañía durante largas horas de viaje, trabajo o estudio. Banda sonora de los momentos de mi vida en que necesito concentrarme, cuando quiero aislarme del ruido u olvidarme de otras situaciones.
    La música de Bach actúa como un metrónomo, hace que todo encaje, que las ideas broten y las tareas rutinarias fluyan.
    Empiezas así, y poco a poco se va introduciendo de tal manera en tu rutina que se convierte en algo más que un mantra. Quieres profundizar, descubres que para ciertas cosas ya buscas los conciertos de Brabdemburgo, y para otras un canon o el arte de la fuga.
    No hace falta saber nada de música para experimentar estas sensaciones, es al contrario, Bach hace que quieras interesarte por la música.
    Para quienes gustan del chill out u otro tipo de músicas en esos momentos, trabajar, conducir, leer, Bach es una magnífica alternativa.
    Como dije, no un fin sino un medio. Aunque, con el tiempo, acaba convirtiéndose en un fin: descubres que dejas el libro o te apartas del ordenador y te entregas al profundo encanto de la música de Bach.

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